RULO DE PATATAS BRAVAS A LA MADRILEÑA

Las patatas bravas son una de las tapas más comunes de España que podemos encontrar en cualquier establecimiento. No sabemos con exactitud cuánto tiempo hace que se crearon las patatas bravas, aunque si sabemos que fue después de 1542, pues Europa no tenía ni idea de la existencia de este tubérculo hasta que los españoles conquistaron el imperio Inca.


Aunque al principio se usaba como planta decorativa, la hambruna que devastó Europa junto a la Guerra de los Treinta Años, hizo que la gente aguzase el ingenio por la necesidad, y las patatas comenzaron a ser consumidas. Las patatas no eran demasiado populares, sin embargo, y cuando no eran tiempos de guerra la gente prefería cultivarlas por razones decorativas o para alimentar a sus animales más que para comerlas ellos mismos. Siglos después se ha convertido en uno de los productos alimentarios básicos en España y muchos otros países de Europa. Una de las razones para el auge en la popularidad de las patatas fue su bajo precio y su versatilidad, pues se pueden cocinar de infinidad de maneras distintas, en caliente o frío, y también son muy nutritivas.
El origen de las patatas bravas, como decía, no está muy claro; sin embargo, fue Ángel Muro en su obra "El Practicón" en 1893 el que avisa que: "... cualquier salsa, cualquier aliño, conocidos o por conocer, convienen a las patatas, (...) incluso con sebo y azafrán, que es como las gastan los pobres de Madrid".



Una de las primeras menciones explícitas documentadas la hace quien fuera insigne periodista Luis Carandell, en su obra "Vivir en Madrid" (1967) donde explica que: "...las patatas bravas, que en algunos sitios se llaman patatas a lo pobre, son patatas fritas con salsa picante, como uno se imagina que los pobres comerían las patatas, es decir, untando pan en la salsa".
Hay quien atribuye el origen  a "Casa Pellico" y otros dicen que se empezó a servir en "La Casona", ambos bares madrileños ya desaparecidos.


También se le atribuye al local de la calle Álvarez del Gato (conocida como el callejón del gato), antes llamado "Vinícola Aurora Barranco" en dónde le registraron el nombre de bravas por la fortaleza del picante de su salsa. Lo que sí parece cierto es que hacia el año 1960 las colas alrededor de estos bares solo para probar las patatas bravas fueron míticas.
Otro tema controvertido son los ingredientes de la salsa. Básicamente se diferencian en dos vertientes, aquellos que defienden la presencia de tomate (que sería la característica de las tapas de Madrid), y otros que opinan que no debe llevarlo y que su color se debe a la presencia del pimentón. Aunque existen variantes en la forma de cocinar las patatas, la preparación del plato es muy simple: se cortan las patatas en dados pequeños y se fríen en aceite de oliva hasta que estén doradas. Se emplatan y se riegan con la salsa brava.


La naturaleza de la salsa con la que se acompaña varía según la ciudad. En Madrid se utiliza como base una salsa hecha con tomate y cayena, aunque lleva también otros ingredientes que suelen formar parte del secreto particular de cada cocinero. En la Comunidad Valenciana se emplea una receta más sencilla, pero muy arraigada, con las patatas acompañadas únicamente de alioli, pimentón picante y ketchup. En Cataluña, la tradición es servir la salsa brava junto con alioli o junto a un majado con aceite de oliva, guindilla, pimentón y vinagre. A veces con objeto de que la salsa no resulte tan picante se añade mayonesa sobre las patatas.


Tan afamadas son nuestras bravas, que la ONU en 2008, publicó un recopilatorio de recetas de patatas donde se reconocen a las patatas bravas como un plato típico español. En la receta que hoy os traigo es una forma sorprendente de disfrutar esta tapa sin perder la esencia ya que van acompañadas de su salsa brava casera. Cuando la probéis os gustará mucho más que la venden ya envasada, os lo aseguro. Es una idea cogida del blog  "Las Delicias de Mayte" que me encantó nada más verla, y al probarse en casa ha sido adoptada para siempre. Estoy segura que os gustará. Os dejo la receta...

3 patatas grandes
200 ml de tomate frito
1 diente de ajo
1 cebolleta
La carne de un pimiento choricero
1 guindilla
1/4 cdta de pimentón picante
1/4 cdta de orégano
1/4 cdta de cominos
Agua
Aceite de oliva
Sal

1. Ponemos a hervir las patatas en agua con sal. 

2. Mientras cuecen hacemos la salsa brava. Rehogamos en aceite el ajo y la cebolleta troceados hasta que estén dorados. Añadimos la carne del pimiento choricero y damos un par de vueltas para que mezclen bien. Apartamos del fuego y le ponemos el pimentón. 

3. Lo mezclamos todo y lo volcamos en el vaso de la batidora. Añadimos también el tomate, el orégano y el comino. Trituramos hasta que quede hecha una crema fina. Reservamos.

4. Escurrimos las patatas y dejamos enfriar. Las aplastamos y les añadimos sal y un chorrito de aceite de oliva. 

5. Estiramos film sobre la encimera de la cocina y encima ponemos el puré de patatas haciendo una especie de rectángulo. Cubrimos con la salsa por toda la plancha de patatas y con ayuda del film iremos enrollando con cuidado de que no se rompa el rulo. Lo envolvemos en el mismo film como si fuera un caramelo y metemos en el frigorífico un par de horas para que coja cuerpo.

6. A la hora de servir, desenrollamos el rulo y cortamos rodajas de patatas. Emplatamos y le damos un calentón de microondas. Acompañamos de la salsa brava. Una tapa de siempre con un toque actual para acompañar una cerveza bien fría.




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